miércoles, 28 de febrero de 2007

Crónica de ella y yo [Última parte]

El equipo de médicos que llevaban el caso, me avisaron “este es el último intento… esperemos estar en lo cierto” para esto, una semana había trascurrido inerte en su trance más grave… ya había perdido completamente el habla y los médicos argentinos aguardaban una ínter consulta que habían hecho, con un colega Cubano, especialista y eminencia internacional en aquel mal que de a poco, se la iba llevando de mi lado… ni las margaritas podía levantarle el ánimo… ni mis besos, ni mis muecas, ni mis chistes, ni siquiera la televisión ya la acompañaba… recostada, esperaba se agote ya su sufrimiento, y sus esperanzas.
Al parecer el tratamiento, comenzaba a surtir efecto… tus ojos comenzaban a abrirse con más ganas, tus sonrisas más demandantes y tus labios, mas cercanos a los míos en un beso… parecíamos empezar a armonizar en las noches de hospital.
Pero de a poco todo pareció, no ser más que una simple meseta, y todo vuelta atrás… esperanzado con que mejorarías, comencé a soñar que tomaba tu mano, y luego la misma historia de todos los días “señor, no se puede quedar acá… lo acompaño hasta la salida” el guardia me custodia, desde la improvisada cama, en la sala de espera, hasta la puerta de salida… el mismo colectivo… el mismo vecino paseando al mismo perro en la madrugada.
Y nos quedamos aquí, esperando saber si sería cierto o no, nos juramos amor eterno y en el aire desapareció, cualquier cosa parecida a un sentimiento.
Nos dejamos caer en las irónicas manos del destino, aquel que pensábamos era nuestro… y él, nos llevaba a esos pensamientos, esos que no podrían devolvernos; ni siquiera la sonrisa, teniendo que aceptar, que su voluntad, era la última palabra.
“Hoy hubiera sido una noche ideal para amarnos… la temperatura exacta, el lugar perfecto… nada más nos haría falta” Y te buscaba entre las madejas de aire, pero ni siquiera ahí te encontraba “¿Por qué ahora? ¿Por qué nosotros?” cualquier cosa que pudiera decir era en vano, cualquier cosa que pudiéramos soñar ahora era inútil, ya no podía continuar tragando aquellas falacias de las almas, ya no… y lloré, grité y clamé por los sueños que no dejaron que soñemos… que no soñaríamos jamás.
Fue simplemente, un abrir y cerrar de ojos. Atrás quedaban los pedidos de ser padres, los dibujos de tenernos por siempre, todo aquello arrebatado.
Pero hoy, hoy nos encontré en una charla de adolescentes… charlaban esos sueños que todavía pueden ser soñados, ni siquiera fueron ideados… ni siquiera comenzaron a tocar la puerta de estas razones… ·"imaginate… yo quiero que sea artista, que pinte… o que haga música… ¿te parece?”. Exponían sus razones, sus pedidos, sus pareceres… soñaban al unísono… como lo hacíamos nosotros… ¿te acordás?... pero no podías escucharme.
Esa noche una pesadilla acompaño mi transpiración fría, tomé una pastilla para dormir, y entonces, no pude despertar; no sino, hasta la mañana siguiente, cuando tal vez era tarde… pero temprano para terminar de despedirnos…
No era lo que queríamos, pero no podíamos negar el destino de lo que ocurriría horas más tarde… que empezaría con el fax, que informaba tu alta clínica y que se imprimía con sonoridad musical para nuestras almas.
Dormí tan profundamente, que no pude despertarme, sino, hasta las diez de la mañana… me cambié con velocidad y reticencia para mi desayuno casi evitándolo… hasta creo que servido quedó sobre la mesa… seguramente se lo comería más tarde el gato. Salí corriendo a la calle, cuando el frío del mayo de Buenos Aires, se clavaba en mi piel casi a penumbras… vacilé esperando ver, como la gente se acercaba por las veredas, aunque ya esa utopía no me interesaba verla. Vacío de suerte, me quede esperando mi destino llegara, y casi irónicamente, la crónica asustaba a mis sentidos cuando este apareció… golpes, frenadas, gritos y sirenas, se convirtieron vertiginosamente en la banda de sonido, de lo vivido en aquel momento… oscuridad.
Dicen que entré en la guardia médica, diez minutos después de tal percance, ya mis sueños se convertían en despojos del alma, siguiendo las razones que mi corazón, ahora no entendía… entonces, cada vez más imposibles quedaban nuestros sueños de ser padres, nuestras ganas de seguir amándonos bajo la luna de mayo… o de cualquier mes que nos agolpara…
Hoy, nos encontramos a la inversa de la situación de aquellos meses… de aquellos penumbrosos días donde esperábamos una muestra de vida de tu parte… hoy, solo aguardan el instante, donde deje de respirar… agolpados por el destino de la incertidumbre… hoy, la parejita feliz, que en aquel colectivo, de a poco se quedaban dormidos uno sobre el otro, soñaban en lo incierto de lo que nadie esperaba que sucediera…
Y nos quedamos aquí, soñando como sería el volver a amarnos… no porque no sucedería, sino porque escaparía a esta crónica, porque tal vez no nos merecíamos eso en esta vida… o porque tal vez, la belleza y la pureza de nuestro amor, esta vida no la merecía.

¿Y si salimos a buscar la vida, sin que el destino nos abrume? Amar es un poder tan bello y tan desinteresado… está crónica la escribieron, dos personajes de la vida diaria, como todos nosotros… que les cortaron las páginas donde nosotros, todavía tenemos tinta…El miedo no es una opción… Hay veces que lo incierto, se queda en el desayuno que no cominos, que desayuno el gato… aunque suene triste… aunque suene iluso… aunque suene necio...

lunes, 19 de febrero de 2007

Crónica de ella y yo [Primera Parte]

Nos acongojaban unos simples exámenes de rutina, a pesar de ser solo eso… rutina. El separarnos durante el tiempo que durarían los estudios, justo nuestro día franco, era trágico en nuestros planes matutinos, vespertinos y nocturnos… el asunto era que no podríamos amarnos por mucho tiempo… aún no lo sabíamos.
Un extraño mal amenazaba tu buena salud y de a poco, se fue degenerando esta, de a poco bajabas de peso, casi no comías… los hospitales nunca te gustaron, ni a mi.
“Te traje margaritas… ¿te gustan?”… me sonreías y tomabas mi mano dulcemente, acariciabas tu rostro con esta, disfrutando recorrer cada centímetro de tu piel con la mía, como en agradecimiento.
Ya tu dificultad para hablar era recurrente… usabas un anotador que tu madre te había dado para comunicarte conmigo… con todos… no parecías ofuscada, siempre te mostrabas radiante, efusiva y vivaz, a pesar de todo el mal que crecía dentro tuyo sin saberlo… sin quererlo… como peleando contra un rival sin nombre… sin rostro… Pero ahí seguías tu, hermosa como el primer día en que te conocí; que si existiera la perfección, me atrevería a decir que esa eras tu… nada te importaba.
Paseaba las salas de espera fumando sin parar, prendiendo el cigarrillo con el anterior, dormía en el hospital hasta que el agente de seguridad, me recomendaba volver a mi casa, y hacía allí iba yo, con el tiempo suficiente para bañarme, comer algo y esperar a que vuelva a abrirse el horario de visita… entonces, volvería nuevamente a tu lado, tomando tu mano hasta que te despertaras, hasta que abrieras los ojos para saludarme “buenos días mi amor” me decías “¿otra vez no dormiste?”… mi mueca me mostraba compadeciéndome, pero todavía con mi fortaleza intacta ¿Cómo iba a utilizar el tiempo en dormir, si me necesitabas? Si no encontraban la forma de ayudarte los médicos, tal vez mi amor, te ayudaría a pasar el mal trance… tal vez…
“Encontramos una extraña patología…” creo que eso fue un disparador en mi cabeza “haremos todo lo que esté a nuestro alcance, pero su pronóstico es reservado…” a partir de ahí, todo cambio, comencé a recorrer iglesias, buscar otras medicinas, leer libros para obtener respuestas, pero ni mis amigos médicos lo entendían… nadie ni siquiera me acercaba una palabra de aliento… ese era yo, preso del vértigo de encontrarme, buscando una respuesta que me acercaría esperanza.
Ahí fue donde comencé a escaparme por la solución más rápida, enjuiciar a los que yo pensaba culpables, a los males que la vorágine de la vida nos agolpa en los sentidos, los males que nos infringimos nosotros mismos, el balance que perdemos de no poder continuar sin obligarnos a romper las reglas de nuestra salud, entre otras cosas… entre otros motivos… porque las cosas, la mayoría de las veces, no suceden como queremos que pasen, sino, como tienen que suceder… y esa era, la primer parte del momento… Encontrar una respuesta a una `pregunta, que todavía no se había originado, pero que sucedería tarde o temprano… y a veces, lo insostenible de lo que no queremos que suceda, es justamente eso, lo inevitable de aquello, que no podemos controlar.
Las semanas pasaban y cada vez más las esperanzas desaparecían… cuanto más ganas tenía de encontrarle solución, mas vueltas dábamos en el laberinto…Al parecer, no habría ni medicación ni Dios que la salvara… al parecer…